miércoles, 19 de noviembre de 2014

El método científico: el camino de baldosas amarillas



Cuando comenzamos a recibir información sobre la ciencia, de las primeras cosas de las que nos hablan es del método científico. A partir de ese momento, desde el punto de vista del estudiante, parece que ciencia y método científico van siempre de la mano. Y si quieres dedicarte a esto de la investigación llega un punto en el que te sientes un poco Dorothy en el Mago de Oz: debes seguir el camino de baldosas amarillas y no desviarte nunca. 

Hasta ahí no parece malo. Siguiendo con la analogía, el método científico es una herramienta de la que nos servimos para llegar hasta el castillo de OZ (el conocimiento científico)... Sus pasos son bastante simples y parecen relativamente fáciles de seguir: observación empírica de la realidad, realizar una investigación de fondo, formular una hipótesis, someter esa hipótesis a pruebas experimentales, analizar los resultados obtenidos para aceptar o refutar la hipótesis inicial... Y en caso de que se refute, volver a empezar con una nueva hipótesis. Parece que si sigues el método científico tienes más de la mitad de tu investigación resuelta y que no importa qué resultados obtengas o si era pertinente esa investigación, porque tú has seguido el método científico. 

En definitiva... parece la panacea de la ciencia. 

Pero como todos sabemos a estas alturas de la vida, las cosas no son ni negras ni blancas; sí, existe el gris. Y con el método científico pasa un poco lo mismo. 

Si bien es cierto que para hacer una investigación de calidad el método científico es un excelente aliado, no significa que por seguir el método científico nos van a dar el premio nobel. Como explican en el vídeo "The times and troubles of the scietific method" el método científico no es perfecto, pero es lo mejor que tenemos de momento. 

Como pasa con otras muchas cosas, la teoría del método científico es muy buena. Sin embargo, llevarlo a la práctica es otra historia. Somos humanos e inevitablemente no podemos cumplir los buenos propósitos del método científico al pie de la letra (a todos se nos escapa un pie de vez en cuando y en lugar de caminar sobre las baldosas amarillas lo hacemos sobre la hierba). Y no hay mejor ejemplo de esto que la acumulación de confesiones secretas vía Twitter del "toque mágico" que cada uno le da a la receta del método científico, que parecen surrealistas y escritas solo para hacer reír... pero que están más cerca de la realidad de lo que a muchos les (o nos) gustaría reconocer. 

Somos limitados y por muy buenos que sean nuestros propósitos, nunca podremos observar con total imparcialidad un suceso, o recoger con total precisión unos resultados, o aislar nuestra parte racional de nuestra parte emocional... Somos humanos y hacemos ciencia humana, por eso las teorías científicas, aun estando fundamentadas en el método científico, son siempre provisionales y nunca podrán ser probadas como verdaderas de forma indiscutible. 

Creo que lo que dijo Thomas Kuhn es cierto, "we were putting too much pressure on the method", pero también creo que lo hacemos como una forma de paliar nuestra "humanidad" a la hora de hacer ciencia. Seguir el método es lo adecuado y lo correcto, pero no debemos olvidar que no es el único camino de hacer ciencia y que no es una receta infalible, nosotros también debemos poner de nuestra parte por minimizar nuestras expectativas, nuestros sesgos de memoria, nuestros sesgos de conveniencia (a la hora de planificar experimentos, de elegir las muestras, de analizar los datos con un test estadístico o con otro...), etc. Como mencionan en el vídeo "The times and troubles of the scietific method", ha habido grandes científicos que se desviaron del camino de baldosas amarillas, ellos se destacaron por su creatividad y su "suerte" más que por seguir el método como lo entendemos a día de hoy. Y esas palabras, creatividad y suerte, parecen escocer a muchas personas. Aunque lógicamente, por muy creativo que seas o muchas suerte que tengas, si no existe un trabajo duro de fondo y una mente privilegiada, no llegarás a ninguna parte. 

En resumen, el método científico es una herramienta de gran valor para la comunidad científica y su aplicación, siempre que sea posible, nos ayudará a realizar un trabajo de calidad. Sin embargo, hemos puesto demasiadas expectativas sobre el propio método y parece que hemos olvidado que los que lo ejecutamos somos nosotros, por lo que la calidad del trabajo no recae en el propio método científico, sino en nuestra capacidad para cumplirlo y ser honestos con nosotros mismos y el resto de la comunidad científica. Además, no debemos olvidar que existen distintas disciplinas científicas y no en todas es igual de fácil aplicarlo, por lo que no existe un único método científico válido para toda la ciencia, sino varias estrategias de trabajo cuyo objetivo común es generar teorías que nos ayuden a entender y comprender el mundo que nos rodea. 

Un saludo a todos,

Sonia M.H.

PD: yo sí he visto el gorila y la chica del equipo negro que se iba, pero se me ha escapado la cortina que cambiaba de color, jajaja. Todavía hay trabajo por hacer ;)

1 comentario:

  1. Genial la metáfora. Me ha gustado mucho el texto. Dices que el método es teórcamente muy bueno, pero que su aplicación es lo que resulta difícil. Probablemente cuando no se puede aplicar es por que no es tan bueno, es más un ideal platónico de método que un método propiamente dicho. Pero vamos, las ideas están clarísimas, y lo de reformularlas de una forma más autoconsistente se lo dejamos a los filósofos profesionales (o casi).

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