miércoles, 26 de noviembre de 2014

La comunicación científica: ¿la asignatura pendiente de los científicos?


Creo que la idea clave que he extraído de la lectura del material para esta semana es la siguiente: un trabajo científico no se puede considerar terminado a menos que haya sido publicado. 

Este concepto de que la finalidad de un trabajo científico es su divulgación parece obvia e inherente a la idea misma de ciencia. Si no hay una comunicación de los resultados, es como si esa investigación no hubiese existido, no puede incorporarse al conocimiento global (en palabras de Robert Day: "the cornerstone of the philosophy of science is based on the fundamental assumption that original research must be published; only thus can new scientific knowledge be authenticated and then added to the existing database that we call scientific knowledge"). La ciencia nace y termina en la documentación científica; y además, los científicos son evaluados no por su destreza en el laboratorio o por su simpatía, sino por su producción científica que supone el reflejo de su trabajo en el ámbito público. 

Parece que los investigadores somos conscientes hasta cierto punto de la importancia que tiene el publicar, puesto que en la sociedad actual el número de revistas y de artículos científicos crece exponencialmente. Sin embargo, todas las lecturas me han hecho reflexionar sobre dos ideas en concreto relacionadas con todo este mundo de la "literatura" científica, pero que están de algún modo conectadas entre ellas y nos llevan a un denominador común.

La primera es que, en palabras de J.R. Pérez Álvarez-Osorio, "la información no es buena cuando se produce, sino cuando se utiliza". Es decir, el objetivo final de todo trabajo científico no es simplemente comunicar los resultados obtenidos, sino que esos resultados puedan ser utilizados por otros investigadores. En toda comunicación hay dos elementos claves, el emisor y el receptor, si el mensaje no es entendido por el receptor es igual que si no se hubiese emitido ("A scientific experiment is not complete until the results have been published and understood" R. Day). Y para que lo que decimos pueda ser entendido, no sirve cualquier forma de transmisión, debemos ser extremadamente cuidadosos en la forma en que nos expresamos al crear "literatura" científica.

La segunda idea es que, a pesar de la explosión de publicaciones que hemos vivido en las últimas décadas, sigue existiendo una división de la comunidad científica en una élite que publica la mayor parte de artículos que se consideran "importantes" y en una masa de investigadores poco productivos (palabras de Solla Price recogidas en el texto de M Callon, JP Coutrial y H Penan). Por tanto, parece que somos conscientes de que tenemos que publicar, pero no damos el valor necesario a esas publicaciones o a la calidad de las mismas. Se ha entrado en una especie de dinámica de publicar por publicar, porque es lo que se espera del investigador; pero yo me pregunto: ¿no sería mejor publicar menos y mejor?.

Y el denominador común que yo he encontrado a estas dos reflexiones es que los investigadores parece que tenemos una asignatura pendiente, la comunicación científica. O como lo expresa R. Day "In short, many good scientists are poore writers". Puede que los investigadores de las disciplinas de Ciencias Sociales y Humanidades hayan logrado paliar un poco este fenómeno, pero los investigadores de las llamadas "ciencias duras" tenemos un gran problema a la hora de sentarnos frente a un documento en blanco a escribir. Y es que como el mismo Darwin dijo "a naturalist's life would be a happy one if he had only to observe and never to write". 

Esta "incapacidad" para la escritura (o la comunicación oral, en caso de que el trabajo se presente en un seminario, mesa redonda, congreso...) se debe a la combinación de varias causas: primero está la barrera del idioma (si ya nos cuesta expresarnos en nuestra propia lengua, hacerlo en otro idioma puede ser un calvario), la falta de interés en el proceso de comunicación en sí (parece que todos pensamos que somos de números, no de letras), la falta de entrenamiento o de instrucciones para hacerlo, las miles de cosas que hay que tener en consideración a la hora de redactar un artículo (la estructura del texto, la organización de ideas, la exposición clara de la metodología por ser la parte crucial del artículo, que un artículo científico no es una novela, que debemos ser breves, claros, y un largo etcétera) ... Y es que cuando comunicamos resultados científicos no solo importa qué estás contando, igual de importante es cómo lo cuentas y a quién va dirigido. 

En toda esta dificultad de comunicación encontramos un gran aliado en el llamado método IMRAD, el cual ayuda a los autores a organizar y escribir el documento, y además es una guía sencilla y rápida para editores, revisores y lectores para entender y seguir el artículo. Sin embargo, sucede lo mismo que ya hemos hablado anteriormente, el método IMRAD es probablemente la mejor opción para la escritura de la mayoría de documentos científicos, pero existen excepciones. Además, que un artículo siga el método IMRAD no garantiza su calidad, ni tampoco nos ayuda en lo que comunmente se llama "el pánico a la página en blanco". 

En mi humilde opinión, para lograr que la calidad de los artículos científicos se incremente hay que conseguir dos cosas fundamentales:

La primera, mejorar la educación de todos los futuros investigadores y reforzar sus capacidades lingüísticas y de comunicación. Sin la base adecuada, cuando un doctorando se encuentra con la difícil tarea de escribir su primer artículo científico lo que tiende es a imitar los artículos que ya hay publicados, si tiene suerte y ha tomado como referencia artículos de alta calidad puede conseguir un resultado medianamente aceptable, sino.... puede ir a encender una velita a la iglesia. En palabras de R Day, "Many, however, learned only to imitate the prose and style of the authors before them - with all their attendant defects - thus establishing a system of error in perpetuity". Y escribir un artículo científico no es nada fácil, hay que saber comunicar de forma clara y simple ideas complejas, no caer en florituras literarias, tener la capacidad de resumir y sintetizar meses (o incluso años) de trabajo en unas pocas páginas, saber destacar las ideas verdaderamente importantes, y sobretodo, transmitir un conocimiento de forma detallada, de modo que cualquier persona con los medios adecuados pueda reproducir tu trabajo y obtener los mismos resultados que tú. Y para poder hacer todo esto se necesita también preparación y entrenamiento. 

La segunda sería concienciar más aún a los científicos de la importancia de la publicación. No se trata de publicar por publicar. Un buen trabajo puede quedar nublado por una mala redacción o porque se publica en la revista equivocada. Debemos entender la comunicación de resultados como una parte vital del ciclo de la producción de conocimiento científico y darle la importancia que le corresponde. Nuestros documentos científicos hablan de nuestro trabajo y de nosotros mismos, y por ello no debemos descuidarlos. Además, son una forma indirecta de enseñar ciencia a los futuros investigadores.

En resumen, aunque hagamos un trabajo de excelente calidad, si la calidad de la comunicación de ese trabajo no es proporcional, todo el esfuerzo previo no habrá servido de nada. La producción de conocimiento científico es como un gran ciclo, una rueda que gira y gira, en cuyo principio y fin está la comunicación científica. Si no nos esforzamos por hacer una transmisión de la información sencilla, clara, veraz y comprensible, estamos introduciendo obstáculos en el camino de esa rueda, pues el conocimiento que nosotros ofrecemos no podrá ser usado por otros para generar más conocimiento. Y si existen demasiados obstáculos, puede incluso que la rueda se detenga. Por eso, nosotros como doctorandos e investigadores en formación, debemos esforzarnos en mejorar nuestra cualificación a la hora de comunicar los resultado científicos. 

Un saludo,

Sonia M.H.



miércoles, 19 de noviembre de 2014

El método científico: el camino de baldosas amarillas



Cuando comenzamos a recibir información sobre la ciencia, de las primeras cosas de las que nos hablan es del método científico. A partir de ese momento, desde el punto de vista del estudiante, parece que ciencia y método científico van siempre de la mano. Y si quieres dedicarte a esto de la investigación llega un punto en el que te sientes un poco Dorothy en el Mago de Oz: debes seguir el camino de baldosas amarillas y no desviarte nunca. 

Hasta ahí no parece malo. Siguiendo con la analogía, el método científico es una herramienta de la que nos servimos para llegar hasta el castillo de OZ (el conocimiento científico)... Sus pasos son bastante simples y parecen relativamente fáciles de seguir: observación empírica de la realidad, realizar una investigación de fondo, formular una hipótesis, someter esa hipótesis a pruebas experimentales, analizar los resultados obtenidos para aceptar o refutar la hipótesis inicial... Y en caso de que se refute, volver a empezar con una nueva hipótesis. Parece que si sigues el método científico tienes más de la mitad de tu investigación resuelta y que no importa qué resultados obtengas o si era pertinente esa investigación, porque tú has seguido el método científico. 

En definitiva... parece la panacea de la ciencia. 

Pero como todos sabemos a estas alturas de la vida, las cosas no son ni negras ni blancas; sí, existe el gris. Y con el método científico pasa un poco lo mismo. 

Si bien es cierto que para hacer una investigación de calidad el método científico es un excelente aliado, no significa que por seguir el método científico nos van a dar el premio nobel. Como explican en el vídeo "The times and troubles of the scietific method" el método científico no es perfecto, pero es lo mejor que tenemos de momento. 

Como pasa con otras muchas cosas, la teoría del método científico es muy buena. Sin embargo, llevarlo a la práctica es otra historia. Somos humanos e inevitablemente no podemos cumplir los buenos propósitos del método científico al pie de la letra (a todos se nos escapa un pie de vez en cuando y en lugar de caminar sobre las baldosas amarillas lo hacemos sobre la hierba). Y no hay mejor ejemplo de esto que la acumulación de confesiones secretas vía Twitter del "toque mágico" que cada uno le da a la receta del método científico, que parecen surrealistas y escritas solo para hacer reír... pero que están más cerca de la realidad de lo que a muchos les (o nos) gustaría reconocer. 

Somos limitados y por muy buenos que sean nuestros propósitos, nunca podremos observar con total imparcialidad un suceso, o recoger con total precisión unos resultados, o aislar nuestra parte racional de nuestra parte emocional... Somos humanos y hacemos ciencia humana, por eso las teorías científicas, aun estando fundamentadas en el método científico, son siempre provisionales y nunca podrán ser probadas como verdaderas de forma indiscutible. 

Creo que lo que dijo Thomas Kuhn es cierto, "we were putting too much pressure on the method", pero también creo que lo hacemos como una forma de paliar nuestra "humanidad" a la hora de hacer ciencia. Seguir el método es lo adecuado y lo correcto, pero no debemos olvidar que no es el único camino de hacer ciencia y que no es una receta infalible, nosotros también debemos poner de nuestra parte por minimizar nuestras expectativas, nuestros sesgos de memoria, nuestros sesgos de conveniencia (a la hora de planificar experimentos, de elegir las muestras, de analizar los datos con un test estadístico o con otro...), etc. Como mencionan en el vídeo "The times and troubles of the scietific method", ha habido grandes científicos que se desviaron del camino de baldosas amarillas, ellos se destacaron por su creatividad y su "suerte" más que por seguir el método como lo entendemos a día de hoy. Y esas palabras, creatividad y suerte, parecen escocer a muchas personas. Aunque lógicamente, por muy creativo que seas o muchas suerte que tengas, si no existe un trabajo duro de fondo y una mente privilegiada, no llegarás a ninguna parte. 

En resumen, el método científico es una herramienta de gran valor para la comunidad científica y su aplicación, siempre que sea posible, nos ayudará a realizar un trabajo de calidad. Sin embargo, hemos puesto demasiadas expectativas sobre el propio método y parece que hemos olvidado que los que lo ejecutamos somos nosotros, por lo que la calidad del trabajo no recae en el propio método científico, sino en nuestra capacidad para cumplirlo y ser honestos con nosotros mismos y el resto de la comunidad científica. Además, no debemos olvidar que existen distintas disciplinas científicas y no en todas es igual de fácil aplicarlo, por lo que no existe un único método científico válido para toda la ciencia, sino varias estrategias de trabajo cuyo objetivo común es generar teorías que nos ayuden a entender y comprender el mundo que nos rodea. 

Un saludo a todos,

Sonia M.H.

PD: yo sí he visto el gorila y la chica del equipo negro que se iba, pero se me ha escapado la cortina que cambiaba de color, jajaja. Todavía hay trabajo por hacer ;)

sábado, 15 de noviembre de 2014

¿Qué es la ciencia?

Decidí darle un enfoque un poco distinto a la tarea de esta semana. Para ello, primero realicé mi propia definición de qué es la ciencia; y tras consultar el material, volví sobre mi propia definición para comprobar si era correcta, errónea, o ambas cosas y en qué puntos estaban los fallos.

La primera definición que hice es la siguiente:

La ciencia es el conjunto de conocimientos sobre la realidad que nos rodea, obtenidos mediante el método científico, es decir, mediante la observación objetiva de la realidad, el razonamiento, la construcción de hipótesis y la experimentación para tratar de verificar o refutar esas hipótesis.  

Tras revisar el material para esta semana me sentí bastante satisfecha con mi propia definición, la cual, encontré bastante similar a la aportada por Ruy Pérez Monforte: "la ciencia es una búsqueda de la verdad y el entendimiento de la naturaleza a través de la adquisición e interpretación de información derivada de la observación y la experimentación. [...] Sin embargo, se han encontrado algunas maneras más apropiadas que otras para esta adquisición e interpretación de la nueva información. A éstas se les ha llamado método científico". Y que contenía varios de los aspectos principales tratados en el texto de E. Bright Wilson (aunque en este texto no se aporta una definición como tal de ciencia): "Science begins with the observation of selected parts of nature", "Observation leads to description", "[...] it is equally important to arrange the conditions of observation so that the observer's bias will not distort the observation.", "After the selection of part of nature and its observation, the next stage is the construction of a hypothesis.", "When a hypothesis has been devised to fit the observed facts, it becomes possible to apply the rules of formal logic and deduce various consequences. [...] In many cases hypothesis are so simple and their consequences so obvious that it becomes possible to test them directly. [...] an experiment can be perform for the test". 

A pesar del éxito parcial, también me di cuenta de que había dos aspectos muy importantes ausentes en mi interpretación de qué es la ciencia. 

La primera, que la ciencia está limitada por cada momento histórico

Si nos detenemos un segundo a meditarlo, desde un punto de vista técnico, parece obvio que los conocimientos que generamos están limitados por los instrumentos de los que disponemos en cada momento para observar y estudiar la realidad. Esto es lo que Ruy Pérez Monfort denomina el Paradigma científico ("Paradigma es el conjunto de conocimientos científicos aceptados por consenso como válidos en una época histórica"). Lo que hoy nos parece cierto puede no serlo en un futuro. Esta misma idea se repite en el texto de E. Bright Wilson: "Each generation of scientists has to decide for itself what ir believe, using the best available evidence and the most careful methods of interpretation. With the best luck in the world, some of these decisions will later be proved wrong, but there is no other way". Y también vemos pinceladas de esta idea en las palabras de Manuel Fonseca al tratar del tema de los mitos científicos que aún sobreviven, no en la supervivencia de los mitos, sino en los mitos en sí: durante muchos años se admitió como cierto que la Tierra era plana, que nuestro planeta era el centro del universo, que la superficie del mar era curva, y un largo etc. Esta limitación histórica es inevitable y necesaria ("The laws of science constitute a growing, ever-changing organism [..]" E. Bright Wilson), y como nos aconseja este mismo autor, lo único que podemos hacer para reducir su impacto es usar la mejor evidencia científica disponible en cada momento y ser extremadamente cuidadosos (y honestos - esto lo aporto yo -) en la interpretación de los datos que están a nuestra disposición. 

Pero existe una segunda limitación histórica para la ciencia, mucho peor que la anterior, y que sí debería ser evitada a toda costa: las modas científicas. En palabras de Juan José Ibáñez "[...] debemos reconocer que el valor que se atribuye a cada ciencia depende de la percepción social (incluyendo las modas) y criterios de autoridad-dominación en un momento dado de la historia."  A mi parecer, éste es uno de los mayores problemas que existen actualmente en el mundo de la ciencia y que afectan a todo: financiación, publicación, impacto científico... Un trabajo científico puede ser de una extraordinaria calidad, o puede abordar un gran problema, pero si no está de moda su impacto será muy limitado o incluso nulo ("Un problema de moda puede ser además un gran problema científico, pero un gran problema científico puede no estar de moda." , "En algunas ocasiones el científico sí se da cuenta de que hizo algún descubrimiento que puede ser importante, pero en la época y en la sociedad en que vive no se valora adecuadamente" R. P. Monfort). Y es aquí donde debería entrar el juego el criterio de demarcación, solo la comunidad científica debería poder decidir la calidad científica de un trabajo y por tanto su impacto y aportación a la ciencia, esta competencia no debería recaer en gestores políticos ni en otro tipo de poderes, ya que, su actuación solo perjudica el avance del conocimiento global por beneficiar ciertas disciplinas científicas y desfavorecer otras. Y en este punto, realicé algo de búsqueda de información adicional y me topé con este vídeo, no incluido en el material, pero cuya visualización recomiendo (son solo 4 minutos) donde nos explican la repercusión que ha tenido en el avance científico de España, en comparación con Estados Unidos, algo tan "trivial" como la decisión de invertir dinero en investigación clínica en lugar de en investigación básica. https://www.youtube.com/watch?v=GmhD-RWNL6c

Y este tema de favorecer unas disciplinas científicas frente a otras me sirve para dar pie a mi segundo fallo en la definición de ciencia, que no está en sus palabras, sino en mi conceptualización en el momento de pensar en ella. Y es que debo reconocer (no sin vergüenza) que al hacerla, estaba pensando en la imagen que todos tenemos de científico: un físico, un matemático, un químico, un biológo... Y al leer las palabras de Juan José Ibáñez me di cuenta de que me había olvidado por completo de la otra mitad de la ciencia: las ciencias sociales y las humanidades. Hemos creado una especie de sistema de castas científico, donde los que nos dedicamos a las llamadas ciencias duras o pseudo-duras vivimos en una burbuja y nos olvidamos de que nos somos los únicos investigadores. En palabras de J.J. Ibáñez "Y el furgón de cola suelen colocarse a las ciencias sociales y las humanidades. Tal hecho no debería atesorar connotaciones negativas ni positivas, aunque en la práctica sí las hay, y ese es el problema. Y resulta que los propios investigadores formamos parte del problema, que no de la solución, como también los gestores de nuestra política científica. Por término general, ha existido un desprecio, o al menos un complejo de superioridad, de tipo gradual, desde los altares de las ciencias exactas hasta los suburbios de las sociales y humanidades [...]". En mi caso no es que me haya creído superior, sino que directamente no han entrado en mi concepto de ciencia, lo cual es hasta peor. Debemos reconocer que aún tenemos una tremenda ignorancia y que la educación científica que recibimos (al menos en los niveles inferiores de educación) es totalmente insuficiente. Las ciencias sociales y las humanidades no sólo son importantes per se, también son vitales para que otras disciplinas científicas se desarrollen correctamente. No puedo opinar de lo que desconozco, pero desde luego en las ciencias biomédicas hay un fuerte componente de ciencia social y de humanidades que no debe perderse de vista. Tanto si tratas con personas como con animales, la ética de la experimentación debe ser un pilar fundamental para realizar una investigación de calidad y humana (de hecho, sin los necesarios permisos de los comités bioéticos, resulta imposible llevar a cabo ningún estudio). Y no sólo la ética, hay muchos aspectos de la filosofía y la sociología de la ciencias que resultan vitales durante todo el proceso de investigación: "[...] existen muchos patrones cognitivos y sociales que se asemejan a los naturales, estando determinados por las mismas leyes generales[...]", "[...] la filosofía y la sociología resultan vitales con vistas a que los propios investigadores entiendan las reglas y el valor del método científico." (J.J. Ibáñez). 

Por tanto, una vez revisado el material, creo que puedo reconstruir mi definición de ciencia por la siguiente:

La ciencia es el conjunto de conocimientos sobre la realidad que nos rodea, obtenidos mediante el método científico, es decir, mediante la observación objetiva de la realidad, el razonamiento, la construcción de hipótesis y la experimentación para tratar de verificar o refutar esas hipótesis. Y estos conocimientos están limitados por los instrumentos de los que disponemos en cada momento histórico para observar y estudiar la realidad. Dependiendo del área de estudio concreta, dentro del conjunto del conocimiento científico podemos distinguir varias disciplinas científicas, que aunque pueden variar en su grado de madurez debido a los retos que afrontan o la dificultad para aplicar determinadas metodologías, esto no significa que los practicantes de las mismas deban considerarse investigadores de segunda. 

En resumidas cuentas, la actividad científica es curiosidad, es capacidad de observación, es imaginación, es honestidad, es tenacidad, es altruismo, es trabajo en equipo... es un modo de ser y de entender la vida.

Un saludo a todos,

Sonia M.H.

miércoles, 5 de noviembre de 2014

Comentando un tuit

Hola todos,

La decisión de elegir un tuit ha sido complicada, ya que, había muchos que me han resultado terriblemente llamativos. Finalmente he conseguido reducir mi lista a dos, y tras mucho meditar me he quedado con este:








Lo he elegido porque me he sentido terriblemente identificada con él... Creo que el momento "quiero dejarlo todo y dedicarme a vender camisetas en el Zara, o plantar geranios, o jugar al ordenador" es un momento por el que todo investigador ha pasado, está pasando, o pasará a lo largo de su carrera (puede que hasta más de una vez), no solo ocurre cuando te sientas a escribir un paper, un trabajo fin de máster, imagino que la tesis... 

Y es que la ciencia es como una montaña rusa, hay momentos en los que todo te va viento en popa, estás en la cima y crees que puedes tocar el cielo con las manos... Y de pronto y sin saber cómo estás cayendo sin control y lo único que quieres es "abandonar el barco". Yo que trabajo en un laboratorio lo veo a diario y lo he sufrido varias veces. Cuando un experimento se tuerce, cuando después de meses y meses de trabajo haces el análisis estadístico y te sale "no significativo" (que para un investigador eso es casi como un insulto), cuando estás en un punto muerto de la investigación y no sabes hacia donde ir... Cuando te pasa cualquiera de esas cosas lo único que quieres es dejarlo todo abandonado y no paras de preguntarte quién te mandaría meterte en semejante berenjenal. 

Y lo peor de todo es que cuando estás empezando, aunque el resto del mundo te diga que eso es normal, tú solo puedes verlo todo negro. Después con el tiempo te das cuenta de que tenían razón y de que son "rachas". Y que la alegría que te proporciona responder a una pregunta, pensar que estás trabajando para ayudar a otros, para mejorar la vida de los demás, para ayudar a que el conocimiento global crezca... eso supera con creces los malos momentos. 

Por eso he elegido este tuit, porque me ha hecho pensar en todos esos "malos momentos" y la satisfacción que da poder superarlos y volver a ver la luz al final del túnel. Además me ha hecho pensar en que el mejor consejo que puedo ofrecer a todo aquel que se esté iniciando en el mundillo de la investigación es que se prepare, porque llegarán momentos como el que comenta nuestro amigo Nick Davis. Pero cuando lleguen, recordad lo que os impulsó a empezar, vuestras ganas de saber más sobre un tema, vuestra curiosidad, vuestra ilusión, todo eso sigue ahí y nunca nunca debéis perderlo de vista. Yo por eso cuando sufrí mi primera crisis de "no quiero seguir con esto, solo quiero irme a leer (yo soy más de libros de que juegos)" lo primero que hice fue imprimirme un cartel y pegarlo al lado de mi ordenador del trabajo con la mejor frase de ánimos que he escuchado nunca en el cine:
"¿Cuando huye la suerte sabes qué hay que hacer? ¡Sigue nadando, sigue nadando, nadando, nadando!" (Dory, Buscando a Nemo). 

Aunque en nuestro caso sería más correcto decir: sigue investigando! 

Un saludo a todo,

Sonia M.H.

Presentación

Hola a todos,

Me llamo Sonia Martínez Herrero, probablemente mi nombre no os suene, ya que soy una de las tres personas que no pudimos acudir el lunes a la sesión inaugural del curso (los imprevistos en el trabajo no entienden de agendas...).

Lo primero de todo, disculparme por la sencillez de mi blog y por los posibles fallos que encontréis en él, ya que, éste es mi primer blog, y en general los ordenadores y yo no tenemos un trato muy cordial. Aunque espero ir mejorando eso poco a poco. Además me he dado cuenta leyendo los blogs de los alumnos de otros años que esto es un forma de plasmar tus pensamientos acerca de algo, y aunque la informática no se me da bien, lo de divagar sí, jeje.

Hace un mes me matriculé en el Doctorado de Ciencias de la Salud. Soy licenciada en Biología por la Universidad de Navarra. Terminé la carrera en junio de 2010 y en octubre de ese año conseguí trabajo como investigadora predoctoral en la Unidad de Oncología en el Centro de Investigación Biomédica de La Rioja (CIBIR) y a eso me he dedicado los últimos cuatro años.

La cuestión es que hace un par de años me picó la curiosidad por el tema del doctorado, la tesis... Total, yo ya estaba llevando a cabo una investigación, ¿por qué no aprovechar eso y dar un paso más en mi formación?. Tras informarme de toda la nueva legislación en lo que se refiere a estudios de doctorado, el año pasado hice el Máster de Investigación en Ciencias de la Salud, también aquí en la UPNA, y ahora por fin he podido matricularme en el doctorado.

El tema de mi tesis se centra en una hormona llamada adrenomedulina, la cual está íntimamente relacionada con la formación y crecimiento de los tumores, además de con otras patologías como la diabetes, el fallo cardíaco, el ictus... A pesar de lo cual es una gran desconocida. Para que entendáis bien la pregunta de mi tesis, necesito poneros un poco en antecedentes: hasta ahora todo el conocimiento acumulado sobre lo que hace esta hormona se ha logrado con modelos genéticos en los que se elimina la hormona de un órgano concreto (no de todo el cuerpo como se hace normalmente) y se analiza lo que sucede. No se ha podido eliminar de todo el cuerpo porque la ausencia total de adrenomedulina causa la muerte de los embriones durante la gestación. El problema de esto, es que al ser una hormona que viaja por la sangre, aunque se elimine de un órgano concreto, no existe ninguna certeza de que ciertas cantidades de la hormona producida en otros órganos lleguen al órgano de estudio por la circulación sanguínea. Por lo que es probable que todo lo que se sabe de esta hormona no sea del todo correcto.

Durante los últimos cuatro años me he dedicado a conseguir el primer modelo genético en el que se elimina la hormona de todo el organismo sin que los animales mueran. Por fin lo he conseguido y me he encontrado con la sorpresa de que he observado cosas nunca antes descritas en la bibliografía, e incluso resultados que contradicen las funciones hasta ahora atribuidas a la adrenomedulina. Por tanto, la pregunta en la que se centra mi tesis es: ¿el conocimiento acumulado sobre las acciones biológicas de la adrenomedulina es correcto, o por el contrario con este nuevo modelo genético podemos descubrir el verdadero papel de la adrenomedulina endógena en los distintos procesos biológicos, tanto fisiológicos como patológicos?.

Esto es importante porque a día de hoy están florenciendo los grupos de investigación que usan la adrenomedulina como diana terapéutica para varias enfermedades. El problema de esto es que si bloquean la adrenomedulina del cuerpo de una persona, la bloquean toda, no solo en un órgano. Por eso me ha parecido tan importante recabar la información real que puede tener para el cuerpo en su conjunto la ausencia de actividad de esta hormona.

Espero haberme explicado correctamente y no haberos aburrido mucho con el tema, pero cuando una habla de lo que le gusta, las palabras se le escapan solas =) Si algún concepto no ha quedado claro, no dudéis en preguntarme, estoy a vuestra disposición para lo que necesitéis.

Un saludo,

Sonia M.H.