sábado, 7 de febrero de 2015

Científico de profesión... ¿navegante a la deriva o cerebro fugado?


Hola de nuevo a todos,

El tema de esta última tarea (la carrera de científico y la que hay más allá de la tesis) me ha parecido muy interesante y sobretodo muy útil para que tomemos contacto con la realidad... o mejor dicho con la dura realidad, porque seamos sinceros... las perspectivas de futuro se ven muy muy oscuras. 

Mientras estás realizando la tesis estás muy centrado, absorto en la cantidad de trabajo, y sólo hacia el último año empiezas a plantearte de forma seria lo que vendrá después. Por eso, este ejercicio de meditación me parece muy importante y necesario; y, en mi opinión, debería ser obligatorio antes de comenzar con la tesis porque muchos tenemos una idea "romántica" o "bucólica" de lo que será la carrera de científico y la realidad está más próxima a un thriller de suspense o incluso a una película de terror. 

Porque después de leer el material propuesto me ha quedado claro que si alguien a partir de ahora me dice que se va a dedicar a la carrera de científico, lo primero que haré será preguntarle si va a estar en el grupo de navegantes a la deriva o de cerebros fugados... porque la otra alternativa es el abandono, y es todavía muy pronto para tirar la toalla. 

Ya durante la carrera los profesores intentan mentalizarte de que si te quieres dedicar a esto de la investigación tendrás que "salir fuera" (eufemismo para suavizar el "abandonar tu país e irte al extranjero") y desde tu mente todavía semi-adolescente esto te parece apasionante y la idea de ver mundo te entusiasma... lo que nadie te dice abiertamente es que probablemente una vez que te vayas te sea casi imposible regresar. Pero claro, si no te vas sólo te queda empezar a "pulular" de sitio en sitio o mejor dicho, de solicitud de beca en solicitud de beca, sin la más mínima esperanza de que alguien te lance un salvavidas (osea, un contrato de trabajo medio decente) y te rescate de estar flotando a la deriva en una tabla.  

Las personas que vamos a obtener un doctorado hemos recorrido un largo camino, cinco años de carrera, uno de máster, ahora tres de doctorado y estamos muy preparados académicamente, llenos de entusiasmo, de ideas; sin embargo lo más probable es que nos encontremos con que en el sistema español actual no hay sitio para nosotros. El sistema está saturado: con todos los recortes de los últimos años, con las universidades con más profesores de los que realmente necesita, las Administraciones públicas metiendo las tijeras para recortar personal, y el sector privado fantasma que prefiere un licenciado a quien formar en su propia empresa que a un doctorado.... las salidas son muy escasas. 

Después de todo lo que el país (y los ciudadanos con sus impuestos) ha invertido en nosotros, prácticamente nos ponen el pasaporte y el billete de avión en la mano junto con el título de doctor. He entrado en mi cuenta de Research Gate y he mirado por curiosidad el apartado de trabajos ofertados y lo que me he encontrado es que de los 75 puestos de trabajo (tanto en universidades como en empresas) sólo 1 era de España, un puesto postdoc en biotecnología en la Universidad Carlos III de Madrid. De esas 75 ofertas, 19 eran para Alemania, 14 para EEUU, 10 para Reino Unido, 9 para Francia, otras 9 para Suecia... En palabras de J. M. Sánchez Ron, "Ahora, exportamos personas en cuya formación España ha gastado cuantiosas sumas y puesto esperanzas: la esperanza de un futuro mejor y más próspero".

Es cierto que esas estancias en el extranjero son sumamente enriquecedoras y ayudan al intercambio de ideas y conocimientos, y que todo científico que se precie debería pasar un tiempo fuera. Pero también es cierto que esa elección debería poder ser eso, una elección y no una necesidad. La mayoría de los jóvenes mejor preparados de este país acaban en el paro o contribuyendo permanentemente al desarrollo de otros países. Parece una incongruencia que España quiera ponerse al día en lo que a I+D se refiere y luego deje escapar a sus jóvenes mejor formados, a los que realmente podrían hacer algo importante por el desarrollo científico-tecnológico de este país. Porque no nos engañemos, las ideas verdaderamente revolucionarias surgen en la juventud, en un pequeño margen de tiempo en el que el potencial genio tiene suficiente formación pero ésta aún no se ha asumido tan plenamente que no permite las ideas rompedoras. Las últimas políticas en lo referente a este tema se han esforzado por traer de vuelta a investigadores españoles de elevado prestigio, con muchas publicaciones importantes, y lo que esto conlleva, una edad relativamente avanzada. Sin embargo, esos brillantes investigadores ya han aportado lo mejor de su producción en otros lugares, sus ideas más innovadoras ya han quedado atrás, porque como dijo James Watson, "hasta los científicos maduros que aún conservan todas sus luces suelen empeñarse en poner más ladrillos sobre una construcción que ya tiene suficientes estancias". En España es casi imposible encontrar en los altos puestos de dirección científica a personas jóvenes; rara vez, se nos da la oportunidad de destacar, no se nos proporciona ni la autonomía, ni la responsabilidad, ni los medios necesarios para que los verdaderamente brillantes den rienda suelta a su potencial. Y en este escenario las mentes brillantes se diluyen y se pierden en el mar de la normalidad. 

Los jóvenes no se van por egoísmo, por ganar más dinero, tener más prestigio... La llamada fuga de cerebros es una imposición de la situación actual, una obligación para el joven postdoc si quiere tener la oportunidad de desarrollar sus ideas en lugares con los medios adecuados y en unas condiciones de vida dignas (no hablamos de riqueza, hablamos de dignidad económica) y relativamente estables.

Porque ese es el otro gran lastre de la carrera del científico, la estabilidad. Es casi imposible si te quedas en España encontrar un puesto fijo de trabajo que te permita dar continuidad a tus estudios. El sistema público, paralizado por la falta de dinero y la endogamia, no tiene sitio para los jóvenes investigadores; y el sector privado casi no existe. Lo cual obliga a los nuevos postdoc a pedir becas cada vez menos numerosas y peor remuneradas, e ir saltando de investigación en investigación, de centro en centro... Esta interminable carrera de obstáculos acaba por volver loco a cualquiera y es tremendamente descorazonador: ¿para qué vas a volcarte con una investigación que deberás abandonar después de dos años?. Estamos matando el espíritu científico poco a poco, desanimando a los que ya son científicos hasta el punto de que muchos abandonan la profesión y desalentando a los nuevos jóvenes a que inicien esta carrera. ¿De qué sirve tanto esfuerzo, tantos años de preparación y sacrificio si luego cuando termines te vas a pasar por lo menos  otros 6 años dando vueltas de un sitio para otro, intranquilo sin saber si después de esta beca te darán otra...? Y si esto ya es duro de por sí, encima está el tema familiar... ¿cómo vas a formar una familia estable si no sabes dónde estarás el próximo año?. Porque según la Federación de Jóvenes Investigadores la edad media en la que se consigue una mínima estabilidad laboral en España ronda los 40 años... Esto es vergonzoso, y no es de extrañar que ante este panorama muchos opten por quedarse en el extranjero y no regresar jamás, o volver y dedicarse a criar tomates ecológicos... 

Puede parecer que en esta situación de crisis actual es casi imposible invertir por mejorar la condición laboral de los jóvenes investigadores... ¿pero realmente esos recortes nos están ahorrando dinero? Puede que ahora a corto plazo parezca un ahorro y una situación inevitable, pero es importante decir que un retroceso en la investigación no podrá compensarse después con años de fuerte inversión cuando la situación económica mejore. La pérdida que este país está sufriendo de jóvenes investigadores requerirá muchos, demasiados años para subsanarse. Estamos perdiendo varias generaciones de jóvenes con ideas brillantes, bien porque se ven forzados a marcharse al extranjero, donde pasan sus años más prósperos de producción intelectual (producción que nunca podrá recuperarse ni con todo el oro del mundo); bien porque su hartazgo y desmotivación por sentirse marginados, poco valorados y en la cuerda floja constante les haya hecho abandonar la carrera directamente; bien por todos esos futuros investigadores que ante el panorama que se vive desisten del intento y se dedican a estudiar otras carreras que dan mejores y más inmediatos frutos, y no te obligan a ir de un lado para otro como si fueses un titiritero. 

Es necesario depurar y sanear el sistema científico español, dejar paso a las nuevas generaciones. No puede ser que cuando alguien consigue una plaza fija en el sistema público de universidades se quede con ella para toda la vida, sin que esa plaza se vuelva a renovar, o por lo menos a evaluar para saber si esa persona sigue siendo la más adecuada para ocupar ese puesto. En otros países realizan evaluaciones cada cinco años del profesorado universitario para ver su producción científica, lo cual obliga a esas personas a mantenerse al día y "no dormirse" ni aferrarse a ideas obsoletas. Esta evaluación y renovación ayudaría también a paliar el problema de la endogamia en la concesión de las plazas universitarias, no puedes aferrarte a un "padrino" si no sabes si seguirá ahí en 5 años.

También es vital para poder revertir esta situación actual que la empresa privada se implique de forma activa en la formación de nuevos doctorandos y en su empleo. 

Y por último, hay que mejorar la información que tiene la gente sobre el doctorado para no seguir fomentando ese desprestigio que ya tiene en cierto modo... No puede ser que la gente no sepa para qué sirve tener un doctorado o que lo equiparen con tener un máster a la hora de hacer un proceso de selección de personal (sobretodo en la empresa privada). Como comenta Aitor Ameztegui en su entrada sobre la utilidad del doctorado, existe un desconocimiento generalizado en la sociedad de lo que es el doctorando, se ve como una continuación de los estudios y los años empleados en la realización de la tesis no se valoran como experiencia profesional. 

En resumen, la situación es poco motivadora y si obtener la tesis nunca ha sido un camino de rosas, lo que viene después parece el Armagedon... Pero esta profesión tiene un punto vocacional con el que pocas profesiones pueden compararse, somos científicos de corazón y además, somos bastante testarudos, porqué negarlo, así que está claro que se intentará y que se luchará por salir adelante, intentando ser optimistas y confiar en que la gente del gobierno comprenda de una vez por todas que sin I+D y sin gente con ideas nuevas y frescas para llevarla a cabo el país dará un paso atrás de 20 años; mientras que los países receptores de todos esos jóvenes investigadores siguen creciendo y avanzando gracias a las contribuciones de la gente que se ha formado en España con el esfuerzo de todos los ciudadanos españoles (y en especial de sus familias, a las que hay que reconocer el enorme mérito y esfuerzo que realizan por ayudar a sus hijos/nietos/sobrinos/maridos/esposas a conseguir su sueño de ser científicos y de poner su granito de arena para este mundo sea un poco mejor). 

Un saludo a todos y sobretodo, muchos ánimos ;)

Sonia M.H.

viernes, 30 de enero de 2015

Sistemas de I+D+i... ¿y dónde está la "s" de sociedad?


Hola de nuevo a todos,

El tema que nos ha tocado analizar estas semanas sobre los sistemas de ciencia-tecnología-sociedad me ha parecido muy interesante, aunque me ha abierto una gran duda y más tras leer la entrada de la percepción social de la ciencia... ¿realmente la sociedad está englobada en ese sistema? 

Tras la lectura de los distintos textos, podemos extraer que el sistema español de I+D sería el conjunto de instrumentos legislativos y financieros y de instituciones públicas y privadas que se dedican a la producción de nuevos conocimientos y su aplicación para la creación de nuevos productos y procesos que ayuden a la mejora de la calidad de vida en general de un determinado entorno social. 

Podría entenderse que éste es un proceso lineal, en cuyo inicio está la investigación básica o fundamental que se encarga de generar unos conocimientos que, mediante la investigación aplicada, pueden dar lugar a nuevos productos o procesos que conlleven un aumento del bienestar social, bien a través de la creación de riqueza (aumento del PIB), bien a través de la mejora de la calidad de vida de las personas (obviamente tener una lavadora es mejor que tener que lavar tú a mano la ropa).

Sin embargo parece evidente que este modelo lineal está obsoleto, y ha sido sustituido por otro más complejo que debe tener en cuenta las relaciones y retroalimentaciones entre los distintos agentes del sistema y a lo largo del proceso.

Me resultó tremendamente curioso leer que los sistemas de ciencia-tecnología-sociedad no fueron desde un origen un trío, inicialmente eran una pareja: ciencia y tecnología. En estos primeros modelos no existía ningún indicador de relación con la sociedad, se articulaban en términos de inputs y outputs científicos y tecnológicos, y su impacto económico. No se considereba, aunque fuese parcialmente, el estado de bienestar de la sociedad, ni la percepción pública o el impacto social de la ciencia. ¿Cómo pudo dejarse fuera a una parte que es tan primordial en la actividad científica? Como ya venimos diciendo desde el principio del curso, ¿qué sentido tiene investigar si tus descubrimientos no van a acabar formando parte de un conocimiento global o social?. La actividad científica tiene en uno de sus pilares a la sociedad y la búsqueda de conocimientos que poner al servicio de esa sociedad. Puede que se haya ido degenerando con el paso del tiempo y ahora pese mucho más la carga económica... pero desde luego es innegable que cuando uno elige la carrera de científico desde luego no lo hace por los grandes sueldos, la gran estabilidad laboral (a menos en los inicios), o la fama individual; hay un trasfondo altruista en esa elección, una voluntad de ayudar a la sociedad a avanzar. 

Parece que poco a poco se fue incorporando ese nuevo componente, la sociedad, a los primitivos sistemas de ciencia-tecnología-economía que se habían creado. Y ahora, si evaluamos las políticas de I+D de los distintos gobiernos vemos que en todos ellos, en el apartado de objetivos hacen una referencia casi perpetua a la sociedad, hablan de "beneficio para la sociedad", "aumentar la calidad de vida", "repercusión social" y un largo etcétera en referencia al tema social. Esto se puede ver en el III Plan Tecnológico Navarro, pero por si a alguien le interesa comparar, también aparecen prácticamente con palabras idénticas, en el IV Plan Riojano de I+D+i (busqué el plan de La Rioja por ser mi comunidad y donde yo trabajo, pero imagino que todas se repetirán los mismo conceptos en cualquier comunidad).

¿Pero realmente está integrada la sociendad en este triángulo? Porque como hemos dicho antes, las relaciones entre ciencia-tecnología-sociedad no son lineales, la sociedad no es sólo un receptor de los efectos (y digo efectos porque no siempre son todo beneficios) del desarrollo científico-tecnológico; existe una retroalimentación y la sociedad debería poder influir en el tipo de investigaciones o en las aplicaciones tecnológicas que se realicen. La sociedad tiene derecho a influir en la política científico-tecnológica. Por un lado, al pagar sus impuestos y ser por tanto un "inversor" de capital científico, la sociedad tiene derecho a participar en el proceso de toma de decisiones; y por otro lado, de acuerdo a como está redactada en la constitución, a la investigación se le atribuye un papel de bien o servicio público, con lo que queda claro que la sociedad tiene derecho a decidir. 

Pero para que la gente pueda decidir, tiene que estar informada sobre lo que decide. Primero tienen que saber qué investigaciones se están llevando a cabo, poseer una cierta cultura científica para poder entender lo que leen... Y creo que es en este terreno donde el sistema se desarticula. 

Aunque la sociedad en la que vivimos está muy tecnificada y la percepción social de la ciencia ha mejorado con el paso del tiempo, de acuerdo con la IV encuesta Nacional de Percepción Social de la Ciencia y la Tecnología la mayoría del 31,7% de los encuestados que aseguran que la ciencia no les interesa es porque no lo entienden. El 20% de la población encuestada asegura tener una educación científica baja o muy baja. Y un gran porcentaje de encuestados considera que la prensa, la televisión y la radio dedican una atención "insuficiente" a la información científica.

Aunque las cifras podrían parecer bajas y respecto a las encuestas de otros años los porcentajes se han reducido, a mí me parece alarmante que en un país desarrollado cerca del 32% de la población afirme que la ciencia y la tecnología no le interesan... Mi mente no es capaz de imaginar cómo a una persona no puede interesarle el avance de la medicina, la creación de tratamientos para enfermedades tan duras como el cáncer o el alzheimer, el descubrimiento de tecnologías que nos ayuden a tener una vida más cómoda, más segura.... Esto solo demuestra que queda un largo camino por recorrer en este país y que existe un gran analfabetismo científico entre la población general. Porque solo puedo concebir que a alguien no el interesen estas cosas porque realmente no entienda ni comprenda su importancia ni lo que son. Y si lo desconocen es porque o no tienen el nivel de conocimientos necesarios para comprender la información que reciben o porque aunque tengas los conocimientos, la información que reciben es insuficiente o no está bien comunicada. 

Las personas no pueden opinar sobre aquello que desconocen, es imposible. Ni tampoco podrán valorar con objetividad el impacto de la ciencia en sus vidas. Si nos fijamos bien, aquellas comunidades con un mayor interés por la ciencia (Cataluña, Madrid, País Vasco, Navarra y Aragón) coinciden con las comunidades señaladas en el texto de Ángel Pestaña como aquellas con un mayor peso académico o con mayor dinamismo industrial. 

Si queremos que los sistemas de ciencia-tecnología-sociedad funcionen realmente en España y se equiparen más a los de Europa, EEUU u otros países emergentes como China o Canadá, debemos reforzar fundamentalmente la tercera parte de esta relación, la de la sociedad, fundamentalmente a dos niveles: mejorar la educación científica recibida a nivel global por la sociedad y mejorar la difusión y comunicación de la cultura científico-tecnológica entre la sociedad. Unos ciudadanos mejor informados y con mayor instrucción son un beneficio al sistema, porque no sólo serán una nueva fuente de investigadores y de recursos para el sistema, sino que además podrán valorar de forma más objetiva y real el beneficio extraído de los programas de I+D realizados por los distintos gobiernos. 

Un saludo,

Sonia M.H.

sábado, 17 de enero de 2015

El fraude científico: we're on the highway to hell


Hola de nuevo a todos,

Antes de comenzar con la tarea propuesta para esta semana, quiero recalcar que la sesión de ayer me pareció muy interesante y que la charla de Fernando Checa simplemente maravillosa. 

Y ahora ya volviendo al tema que nos ocupa esta semana... Debo reconocer que no sé si me he sentido impactada, asustada o avergonzada (o puede que una mezcla de todas) al ver los datos referentes al fraude científico. Si pones "fraude científico" en Google aparecen 189.000 resultados, y si lo pones en inglés la cifra aumenta a 13.500.000... Y las cifras no mejoran al consultar el material del libro de texto: según un artículo de PNAS el fraude científico se ha multiplicado por 10 en los últimos 40 años; en una encuesta realizada a profesionales de la bioestadística, el 31% reconoció haber colaborado con un proyecto fraudulento a lo largo de su carrera y un 13% afirmó haber recibido propuestas directas para cometer fraude; uno de cada tres científicos admite usar prácticas de laboratorio cuestionables, y uno de cada 50 admite falsificar los datos; el 81% afirma que modificaría o se inventaría resultados para conseguir financiación o publicar un paper... 

A la vista de todo esto no puedo más que preguntarme, ¿al ponernos la bata de laboratorio hemos condenado nuestras almas?

En el texto de J. Benach y J.A. Tapia hay un párrafo que me ha resultado especialmente llamativo: para la sociedad, la profesión de científico va acompañada de un prestigio y de una mitología referente al trabajo que realizamos y las repercusiones que éste puede tener en la sociedad. La gente de a pie ve al científico como un individuo cualitativamente distinto del resto de la población, caracterizado por su inteligencia, rigor y objetividad (¡¡¿?!!); y entiende la investigación científica como una actividad generadora de conocimiento social sobre temas originales e importantes cuya finalidad primordial sería su utilidad social. 

Puede que exista un misticismo en torno a la idea platónica de lo que es un científico, pero a la vista de los datos sobre el fraude científico queda patente que estamos muuuuy lejos de esa idea. Es cierto que ser científico es una actitud vital que nos lleva a ser más curiosos (no necesariamente más inteligentes), a tratar de descubrir la verdad, el porqué de las cosas que nos rodean. Y esto, en mi opinión, es cierto al menos en las primeras etapas de la carrera científica. Después, con el tiempo se empieza a sufrir una deformación profesional que nos lleva a una contradicción tan fuerte como engañar sobre nuestros descubrimientos científicos cuando nuestro propósito inicial era buscar la verdad. A medida que nos vamos metiendo en la vorágine del mundo científico nos vemos arrastrados por los conflictos de intereses, los prejuicios, las presiones, las ambiciones personales... La ciencia se está convirtiendo en una carrera a contrarreloj donde el objetivo primordial parece ser obtener prestigio e ir ascendiendo, cosas que dependen tristemente del número de publicaciones que tengas, no necesariamente de la calidad de las mismas. De acuerdo con las palabras del Dr. Richard Roberts, al menos la mitad de los artículos publicados son inútiles o poco fiables, aunque aparentemente en ellos no se hubiese cometido ningún fraude. 

Y así es como acabamos tergiversando nuestras publicaciones científicas o incluso cometiendo fraude científico. Es cierto que en la sociedad en la que vivimos el tema del fraude está a la alza, pero parece especialmente triste que aquellos que hemos elegido esta profesión (cuya base teórica es mayoritariamente altruista), y en los que la sociedad ha depositado tantas esperanzas, engañemos a todas esas personas. Porque seamos sinceros, un científico que comete un fraude no solo engaña a los otros científicos, engaña a toda la sociedad y depende del su campo de investigación puede jugar con los sentimientos y esperanzas de miles de personas. 

Podría pensarse que en realidad la culpa de que esas publicaciones fraudulentas lleguen a ver la luz la tienen las revistas, puesto que se supone que deberían tener unos mecanismos de control que permitiesen la selección de trabajos que cumplan los requisitos adecuados de calidad e interés. Pero los revisores y editores también son humanos, y el sistema de revisión de las revistas científicas tiene importantes limitaciones. Además, no ayuda nada que un artículo que ha sido rechazado en una revista de mayor nivel acabe tarde o temprano publicado en otra de nivel inferior, con tal de que los autores insistan en enviarlos a sucesivas revistas hasta que "suene la flauta". 

Pero haciendo un ejercicio de autocrítica realista debemos reconocer que en última instancia los responsables del fraude científico somos nosotros, los científicos (¡y no solo los becarios!, todos y cada uno de los integrantes de un equipo de investigación que firman como autores un artículo). Debemos tratar de evitar todas y cada una de las variantes de la malpraxis científica: el autoplagio, el plagio, el uso fraudulento de la información de otros investigadores, el adorno de estudios para que parezcan más importantes, la "publicación salami", la ciencia patológica, la invención de los resultados... Está claro que no todas estas malas prácticas son equiparables, probablemente en el extraño inferior de la "escala de maldad" se encuentre el autoplagio o la "publicación salami", mientras que en el extremo superior esté el plagio y la invención de resultados.

En un punto intermedio de esta escala encontraríamos la ciencia patológica. El artículo de Nicholas J. Turro sobre esta práctica me ha parecido excelente y altamente informativo. La ciencia patológica está en un "nivel de maldad" de inferior que la invención de resultados, pero puede resultar incluso más peligrosa que el fraude, ya que, por ciencia patológica entendemos aquella actividad científica que da lugar a datos y teorías ilusorias, los resultados no son verdaderos pero el autor está plenamente convencido de que sí. Y aquí está el mayor de los peligros, el autoengaño. En palabras de Irving Langmuir: "These are cases where there is no dishonesty involved, but where people are tricked into false results and the lack of understanding about what human beings can do to themselves in the way of being led astray by subjective effects...". Entender la ciencias patológica es fundamental para ayudarnos a realizar investigaciones de mayor calidad y ciencia fiable. 

Como postula Kuhn, está claro que la ciencia ha ido evolucionando gracias a la refutación de paradigmas científicos, a través de una serie de grandes revoluciones que surgieron a partir de resultados que contradecían las idea pre-establecidas. Y fueron los científicos que llevaron a cabo esas grandes revoluciones los que se han forjado un nombre en el "paseo de la fama" de la ciencia. Es prácticamente inevitable que a lo largo de la realización de experimentos, los científicos se encuentren con resultados anómalos que contradicen los paradigmas establecidos, y ante estos resultados se pueden adoptar tres opciones: 1) Obviar por completo los resultados anómalos porque no se ajustan a los resultados esperados ("When a science is in a potentially revolutionary phase, a dominant paradigm can be a prison, preventing researchers from following promising new leads..."). 2) Investigar esas anomalías y ver si se repiten en las mismas condiciones y a partir de esos resultados abandonar esa línea de investigación o iniciar una nueva tras una profunda reflexión al respecto (no hace falta ser un genio para ver que esta es la opción buena). 3) Creer que hemos descubierto el nuevo paradigma científico, que nos van a dar el Premio Nobel, colocarnos una venda delante de los ojos, idear una nueva hipótesis que pueda explicar esos resultados y aferrarnos a ella con uñas y dientes por absurda que parezca. 

Únicamente cuando una idea ha pasado todos los procesos de prueba posibles y ha sobrevivido a los más rigurosos experimentos para desmentirla puede ser trasladada de la etiqueta de "posible" a la de "probada". La ciencia patológica ocurre cuando los investigadores cortan este proceso de verificación y falsación prematuramente. Esta práctica de la ciencia patológica, como ya hemos dicho, no necesariamente tiene que ver con una falta de ética, como explica perfectamente N.J. Turro: "a more favored hypothesis can develop its own momentum, especially when a researcher invests his prestige or professional self-identification in one idea to the exclusion of competing explanations for the results. Having a formed pet conclusion, the scientist often defends it using its own terms, models, and assumpltions." Consideraciones extra-científicas como el estatus profesional, conseguir financiación económica, la presión del centro investigador o de los organismos privados financiadores, pueden contribuir a potenciar la subjetividad a la hora de realizar un experimento y conducir al auto-engaño. 

En conclusión, el fraude científico ha existido desde que la ciencia es ciencia y probablemente será imposible de erradicar. Pero en la medida de lo posible, debemos hacer un esfuerzo por mejorar la formación ética de los investigadores y reducir la presión que existe sobre ellos, que a la larga pueden favorecer conductas fraudulentas en personas que en otras circunstancias profesionales ni se lo plantearían. Algunos buenos consejos que he reunido a lo largo del material del libro de texto para ayudar a disminuir estas prácticas sería:
-Permitir que los datos brutos de los experimentos estén disponibles para otros investigadores
-Introducir el concepto de publicación anónima para que lo que realmente cobre importancia sean los descubrimientos científicos y no los autores
-Ser conservadores y honestos con los conceptos estadísticos
-Ante la aparición de resultados inesperados, repetir, repetir y repetir el experimento antes de lanzarnos a la invención de "ruedas cuadradas"
-Discute tus resultados abiertamente con otros investigadores, especialmente los negativos y haz un buen uso de sus críticas constructivas
-Si tus resultados contradicen tu hipótesis, no te inventes una nueva que se ajuste a ellos, acéptalo con elegancia, aprende de la experiencia y "a otra cosa mariposa".
-El mismo experimento que contradice una teoría, verifica la teoría opuesta, un experimento nunca se ha realizado en vano. La ciencia funciona así, a través de la falsabilidad. 
-Intenta siempre dar el máximo de ti mismo y trabajar con la máxima honestidad posible, sé fiel a tu trabajo y a tus resultados aunque sean negativos... Puede que no ganes el nobel, pero serás un científico de calidad. 

Un saludo,

Sonia M.H.



martes, 30 de diciembre de 2014

La firma científica

Hola a todos,

Yo tuve que elegir mi firma científica hace un par de años, aunque en mi caso la decisión no fue muy complicada. Dado que mi primer apellido es extremadamente común (Martínez) tenía bastante claro que tendría que usar como mínimo ambos apellidos. Aunque si soy sincera, debo reconocer que aunque mi primer apellido no hubiese sido tan común, habría usado también mis dos apellidos porque sabía que a mi madre le haría ilusión ver algo de ella en los artículos científicos, jejeje. 

Así que probé con Martinez-Herrero S. en Pubmed y en Google Scholar y no me aparecía ningún resultado. Cuando tuve acceso a las bases de datos de ISI Web of Science también lo comprobé y de nuevo no aparecía nada. Así que me quedé con esa firma científica y es la que he usado desde entonces. 

Como veis en mi caso no fue muy complicado, pero sé por compañeros de trabajo que encontrar una firma científica puede ser una misión casi imposible con el crecimiento exponencial de personas que se dedican a la publicación científica. 

Un saludo a todos y feliz 2015!

Sonia M.H.

Escribir y publicar ciencia, ¿una serie de catastróficas desdichas?


Respecto al tema de escribir y publicar ciencia, debo decir que he encontrado todo el material sumamente interesante (y divertido, para qué negarlo). 

Debo reconocer que yo ya me he enfrentado antes al reto de escribir artículos científicos y publicarlos, presentar trabajos en congresos, y dado que mi intención es presentar mi tesis por compendio de artículos, de aquí a que termine deberé enfrentarme a este reto por lo menos otras tres veces. 

Es cierto que a veces el trabajo del laboratorio parece más sencillo que ponerte a escribir un artículo sobre dicho trabajo. Muchos sufrimos a la hora de sentarnos a escribir algo que nos va a exponer frente a los demás, y la tarea de escribir y publicar puede acabar siendo una serie de catastróficas desdichas: el miedo a la página en blanco, no encuentras la página "x" donde habías apuntado algo importante sobre el experimento, no sabes cómo explicar tus resultados, el ordenador se cuelga en un momento de inspiración cuando llevabas escritas 40 páginas y sin guardar, un virus te formatea el disco duro y no habías hecho copias de seguridad, el corrector ortográfico decide volverse loco y cambiar por su cuenta y riesgo una de las palabras que has escrito, le pasas el manuscrito a tu jefe y cuando te lo devuelve hay más tinta roja que negra en él, los revisores te piden que repitas un experimento y no tienes más muestras... Y seguro que hay cientos de tragedias más en lo referente a recopilar tu trabajo y ponerlo por escrito. Pero tras el estrés, el desánimo, los nervios... cuando por fin ves tu trabajo publicado, es una recompensa gigante a tu trabajo. 

Porque nosotros como científicos tenemos un deseo oculto de descubrir cosas nuevas y de comunicarlas, la ciencia sin divulgación no es ciencia. Sólo hay que perder un poco el miedo a escribir. 

Realmente organizar lo que vamos a escribir es muy sencillo, la estructura en sí del artículo científico está perfectamente definida con el método IMRAD (de ahí que hasta un programa informático puede generar papers falsos), lo complicado es la comunicación de esos contenidos de una forma clara, concisa y sencilla, de modo que cualquier persona lo pueda entender, porque como dice G.D. Lapin "the most important of these is to remember your audience.". Y a pesar de que todo esté tan claro o de que ya tengamos experiencia previa siempre se puede mejorar y aprender, yo por ejemplo sabía que los apartados de Material y Métodos y de Resultados deben escribirse en pasado, mientras que en los de Introducción y Discusión pueden usarse distintas formas verbales, lo que no sabía es que debes elegir una de esas formas verbales y mantenerlas aunque suene un tanto extraño.

Tres ideas que me han parecido muy importantes a raíz de todo lo que he leído son:

Por un lado que a veces no usamos bien las figuras de un artículo. Tendemos a abusar de las tablas, que además llenamos con mucha información innecesaria, cuando en muchos casos un gráfico podría contener la misma información de una forma más sencilla y accesible para el lector. Los gráficos bien hechos nos permiten acceder a grandes cantidades de datos contextualizados gracias a nuestra percepción visual. Y seguro que el lector agradece que se le aligere un poco el trabajo. 

Por otro lado, la importancia de publicar los resultados negativos. Muchas veces asociamos un resultado negativo a nuestra propia incompetencia, y nos da miedo o vergüenza publicar esos resultados. Pero si en el experimento hemos incluido controles podemos saber si es que realmente eso que estamos intentando no puede hacerse o es fruto de que no hemos sabido hacerlo bien. Me parece muy importante que en el caso de que algo no se pueda hacer se comunique, porque ahorras trabajo, recursos económicos, materiales y tiempo a toda la ciencia en general. La idea del registro previo de experimentos me ha parecido sumamente atractiva, de hecho, con los ensayos clínicos ya se hace, debes registrarlos antes de empezar si quieres que tengan validez a posteriori

Y por último, yo creía que la comunidad científica estaba más concienciada con el tema de las referencias bibliográficas, pero tras leer editorial de Roger A. Lessard parece que yo me equivocaba: "In fact, often researchers, either intentionally or by lack reviewing previous work, do not cite prior work". Citar el trabajo de alguien parece algo lógico, si es relevante y te ha ayudado en tu investigación debes reconocer el mérito de esas personas y citarlas, de este modo contribuyes a que su trabajo cobre importancia y lo haces más visible para otros. Si usas de cualquier modo el trabajo de otro grupo científico y no los citas o no los citas bien, es como si les estuvieses "pirateando" su trabajo. 

En resumen, no hay que tener miedo a la comunicación de nuestros resultados científicos por la vía que sea, puesto que la divulgación es una parte intrínseca a la ciencia. Solo debemos ser muy cuidadosos (también mientras hacemos los experimentos, hay que anotarlo TODO, porque eso luego facilita muchísimo el proceso de escribir), pensar un poco antes de escribir y luego revisar el documento por triplicado como mínimo en busca de cosas que mejorar, eliminar, pulir, etc. Y una vez terminado, elegir el mejor destino posible para nuestro artículo, siendo realistas y no desanimándonos si nos rechazan en alguna revista. 

Un saludo a todos,

Sonia M.H.

Indicadores de calidad en ciencias de la salud


Tras reflexionar un poco y leer los documentos para esta tarea, creo que puedo afirmar que a día de hoy el indicador de calidad por excelencia dentro de las ciencias de la salud es el Factor de Impacto (al que voy a pasar a referirme como IF -impact factor- por aquello de abreviar).

En el pdf de Alonso-Gamboa se define el IF como un indicador calculado cada año por la empresa ISI Thompson que se usa como referente del reconocimiento que la comunidad científica otorga a cierta revista y que con frecuencia se asocia también con la calidad de sus artículos. Se calcula como la cantidad de artículos publicados pro una revista en los dos últimos años entre el número de citas recibidas en ese mismo período.

Como ya he comentado en entradas anteriores, el síndrome de "publish or perish" se ha extendido de una forma casi virulenta en la comunidad científica, y actualmente para cualquier científico del mundo publicar es vital. Y no sólo importa el contenido que vas a publicar, igual de importante es dónde publicas los resultados de tu trabajo que tanto te han costado conseguir. Como autor buscas siempre publicar en las mejores revistas; igual que intentas mandar a tus hijos a los mejores colegios que están a tu alcance, intentas publicar los frutos de tu duro trabajo en la mejor revista posible. Pero... ¿cómo podemos saber cuál es la mejor revista?. Se deduce por tanto que la clasificación de las revistas se convierte en un elemento clave del sistema de publicación científica.

Dentro de las ciencias de la salud,  y creo que esto es extensible a todas las llamadas "ciencias duras", el IF es sin duda el indicador estrella. La idea en la que se basa el IF tiene una buena lógica: los artículos con contenidos más interesantes y con mayor impacto científico serán más citados, y por extensión, las mejores revistas serán las que contengan los artículos de mayor interés científico, o lo que es lo mismo, con más citas.

Esta teoría no es mala, y el IF tiene una gran utilidad y muchas ventajas. El problema real se produce cuando el lector extrapola el concepto del IF y sustituye en su cabeza la palabra "interés" por "calidad". El IF es muy útil para establecer la influencia de las revistas científicas dentro de una misma disciplina científica; sin embargo, no puede ser usado como una medida directa de calidad y debe ser empleado con mucho cuidado.  Es cierto que a veces una revista puede despertar mucho interés dentro de un área de la ciencia debido a su calidad, pero no siempre tiene porqué ser así; por ejemplo, una revista de baja calidad cuyos trabajos se citen para ser rebatidos estará generando un gran impacto dentro de la comunidad científica, pero este impacto no es positivo. Además, tampoco debemos perder de vista que dentro de las referencias de artículos hay muchas sombras ("concursos de popularidad", si me citas te cito, y un largo etc.).

En el brillante texto de Amin y Mabe quedan patentes a la perfección todas las limitaciones del IF y aquellos puntos con los que se debe tener especial cuidado a la hora de interpretar los valores de este indicador:

-El valor medio absoluto del IF demuestra una gran variación entre distintos temas. Por tanto, las comparaciones entre IF debe realizarse solo entre revistas del mismo área temática. Debido a que ciertos temas tienes actualmente más repercusión que otros, las revistas de ese área tienen unos IF muy abultados, por ello, la última revista del ranking del área de oncología puede tener un IF mayor que la revista que ocupa el primer puesto dentro del área de la paleontología (por poner un ejemplo), y no por ello significará que su calidad sea menor. 

-Dada la tendencia de los autores a citar sus propios trabajos, no es de extrañar que exista una fuerte correlación entre el número de autores de un artículo y su número de citas. En este punto, la idea de Alonso-Gamboa de excluir las auto-citas me parece una solución razonable y adecuada. 

-Incluso dentro del mismo área temática existe una alta variación del IF según el tipo de revista  o el tipo de artículos contenidos en dicha revista. De ahí que haya que tener especial cuidado al comparar el IF de distintos tipos de revistas o que contengan mezclas de distintos tipos de artículos.

-Como el IF es una media, también sufre variaciones asociadas a efectos estadísticos, los cuales pueden depender del tamaño de la revista (en revistas pequeñas pueden observarse variaciones en el IF de +/- 40% de un año a otro, mientras que en las revistas grandes el IF suele mantenerse más estable y fluctuar en torno al 15%) o de la ventana de medición (cuando aumentamos el marco de años para calcular el IF vemos que las fluctuaciones se suavizan mucho, por lo que usar el IF de los últimos 5 años parece mejor).

-Usar el IF para evaluar a científicos de forma individual es altamente dudoso, dada la variabilidad estadística y sociológica del IF.

-A la hora de calcular el IF hay que tener cuidado con el llamado "problema numerador/denominador": para el denominador muchas revistas solo tienen en cuenta los artículos originales, revisiones y los proceeding papers; mientras que se incluyen las citas de todas las publicaciones de la revista (editoriales, cartas al editor, etc.) en el numerador. Esto conduce a un IF "inflado". De hecho, se estima que el 40% de las revistas de medicina tienen un IF un 10% superior al que les correspondería realmente. 

En conclusión, los llamados indicadores de calidad son totalmente necesarios dentro del mundo de la publicación científica. Dentro de estos, el más extendido en las ciencias fundamentales es el IF, que aunque es muy útil, debe ser interpretado con extremada precaución, ya que no es una medida de directa de calidad, solo de la repercusión que tiene una revista dentro de la comunidad científica. Sin embargo, y como reflexión propia, el hecho de que pertenezca a una empresa privada que cobra por tener acceso a muchos de sus servicios me parece un punto importante en su contra. Creo que la comunidad científica debería tratar de apoyar y propulsar otras iniciativas que contemplen otros indicadores como Scopus o Latinindex, de modo que no se cree una desventaja para las revistas que no se encuentren indexadas en la plataforma de la ISI Web of Science.

Un saludo a todos, feliz navidad y que nadie se atragante con las uvas ;)

Sonia M.H.

sábado, 13 de diciembre de 2014

La documentación científica: las revistas científicas


Tras este descanso de dos semanas, hola de nuevo a todos.

La sesión de ayer me pareció realmente interesante y una gran oportunidad para conocer "cara a cara" a las revistas científicas, de las cuales, hasta ayer yo solo tenía su imagen web. 

Dentro de las revistas relacionadas con las ciencias de la salud, lo primero que me sorprendió fue su tamaño, mucho mayor de lo que me hubiese esperado. Cuando pienso en el concepto "revista" me viene a la mente la típica revista de kiosco, mientras que las revistas científicas parecen auténticos libros. Otra cosa que me llamó mucho la atención fue que una de las revistas que cogí contenía publicidad, de empresas relacionadas con el mundo de la investigación, pero aún así fue algo que me sorprendió mucho, sobretodo en relación con uno de los temas tratados durante la sesión, el económico: si las revistas ya obtienen beneficios de la publicidad, ¿hasta qué punto es comprensible los astronómicos precios que cobran bien al lector, bien al que publica?. Aunque como ya quedó demostrado ayer, eso es tema para otra entrada en exclusiva. Y lo último que me resultó muy curioso es que no fui capaz de encontrar revistas físicas relacionadas con la biología posteriores a 2005, y las que cogí en la propia portada ya adelantaban que en la revista on-line había material extra no incluido en la edición impresa. Esto nos da una pista de cómo ha sido la evolución del papel a la pantalla del ordenador dentro de las revistas científicas del área de ciencias de la salud. 

A parte de esas tres características, el resto era bastante similar a como yo lo había imaginado leyendo previamente artículos científicos. Los artículos tienen una extensión media de 10 páginas, la presentación del contenido es en dos columnas, siempre en inglés, todos los artículos primarios se ciñen al método IMRAD en su estructura interna, contienen abundantes tablas, gráficos y figuras, cada artículo suele tener una media de 40 referencias cuyo formato se ajusta al definido por cada revista, aunque la inmensa mayoría son formato Vancouver o similar,  con ligeras variaciones (por si alguien no lo conoce y le interesa saber cómo es, aquí dejo este enlace: Estilo Vancouver). 

Al margen de esa toma de contacto con la revista física, una de las cosas más interesantes de la sesión fue poder comparar las revistas científicas de nuestro propio ámbito con las de otras ramas de la ciencia.
Por lo que pude comprobar, las revistas de ingeniería (que es una rama más próxima a la biología) siguen un esquema casi idéntico, aunque en ellas podemos encontrar muchísimas ecuaciones propias de la disciplina. 

Mi mayor sorpresa fue ver la diferencias con las revistas de los ámbitos de ciencias sociales. Ya externamente hay diferencias entre ellas: mientras que las revistas de las llamadas "ciencias duras" tienen el tamaño de un cuaderno grande, todas las revistas que vi de ciencias sociales tenían el tamaño más compacto, como el de un libro de bolsillo. También había revistas físicas mucho más actuales, incluso del 2014, mientras que de biología y de ingeniería fue imposible encontrar revistas de los últimos 10 años. Además se nota que en nuestro país estas ciencias tienen más peso y están más desarrolladas que las llamadas "ciencias duras", porque hay muchas revistas de ámbito nacional y escritas en castellano, cosa impensable si te dedicas a la investigación biomédica (lo más cercano a España que puedes aspirar a publicar es en alguna revista europea, ya que las revistas españolas de biomedicina son más divulgativas que otra cosa). Y al abrirlas encontré todo un mundo nuevo dentro de la literatura científica.

En las revistas de sociología, los artículos sí que siguen el método IMRAD, aunque el formato del texto es a página completa, no en dos columnas, todos los artículos estaban escritos en castellano, el apartado de metodología debe comprender tanto la metodología cuantitativa como la cualitativa, el número de elementos diferentes de texto plano es menor que en las revistas de ciencia de la salud o ingeniería (la mayoría son tablas o gráficas relacionadas con la estadística de los datos)... Aunque quizá lo que más me sorprendió fue la existencia de abundantes notas a pie de página (cosa que yo a día de hoy no he visto en ningún artículo del área de ciencias de la salud). 

Y probablemente las más distintas de todas eran las revistas de ciencias jurídicas. Estas revistas sí que parecen más un libro estructurado en capítulos. Los artículos tienen una extensión media de 30 páginas, de nuevo el formato del texto es a página completa, no en dos columnas, también escritos en castellano (a excepción de algunos abstracts en inglés), el formato de cada artículo es totalmente libre, no siguen el método IMRAD, muchos artículos no incluyen conclusiones finales ni un resumen inicial, y tampoco fuimos capaces de encontrar tablas o figuras en las cuatro revistas que consultamos. De nuevo aquí aparecen abundantes notas a pie de página, mucho más extensas que las de las revistas de sociología. 

La conclusión a la que yo llegué en la sesión de ayer es la misma que ya venía elaborando en semanas anteriores: dentro de la ciencia no existe una receta universal en ningún área. No hay un método científico único y por tanto no puede existir un método único de comunicar los resultados científicos. Cada disciplina científica debe buscar sus propios y más adecuados caminos para elaborar y comunicar ciencia. 

Un saludo a todos,

Sonia.

PD: muchas gracias a mis compañeros por darme la oportunidad de conocer todas estas cosas nuevas.